Debemos orar en todo momento, la oración nos acerca a Dios y nos permite santificar nuestras vidas.
Es bueno orar en familia, en reuniones de amigos, en la iglesia, pero también es bueno hacerlo en la soledad de nuestros días, en los momentos de descanso, pedir por nuestros familiares, amigos, pedir por nuestros enemigos para que Dios los aparte de nosotros y les conceda paz, pedir por aquellos que no conocemos pero que necesitan salud, tranquilidad.
¡Dios te colme de bendiciones!
Padre nuestro, que estás en los cielos, al igual Que el sol ilumina la tierra y le da color y vida, él Nos recuerda tu amor. Porque es en ti en quien vivimos, Nos movemos y existimos. De la misma manera que has estado entre nosotros muchas veces. A la hora de la dificultad, en el pasado, continúa bendiciéndonos ahora con tu ayuda. Mira, Señor, con bondad lo que se está haciendo en provecho mío. Guía con sabiduría al médico y todos los que cuidan de mis necesidades. Préstales tu fuerza curativa, para que me sea devuelta la salud y la fortaleza. Y te daré gracias Por tu generoso y solícito cuidado. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oh Niño Jesús, dueño de la vida y de la muerte, aunque indigno y pecador, me postro ante Ti para implorar la salud de (se nombra a la persona para quien se pide la gracia), a quien tanto amo. La persona que te encomiendo sufre mucho, afligida por dolores, y no puede encontrar otra salida más que en tu omnipotencia, en la que pone todas sus esperanzas. Alivia, oh médico Celeste, sus penas, líbrala de sus sufrimientos y dale perfecta salud, si esto es conforme al querer divino y al verdadero bien de su alma. Amén.
¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros. Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén. Virgen de Lourdes, ruega por nosotros. Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros. Salud de los enfermos, ruega por nosotros. Rezar un Avemaría.
!Oh Dios!, de mi debilidad y mi fortaleza, de mi tristeza y de mi alegría, de mi soledad y compañía, de mi incertidumbre y esperanza. En la noche de mi enfermedad me pongo en tus manos, Padre: Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz, abre una rendija a mi esperanza, llena con tu Presencia mi soledad. Señor, que el sufrimiento no me aplaste, para que también ahora sienta el alivio de tu Amor y sea agradecido a la generosidad de cuantos sufren conmigo. Amén
Señor, Tú conoces todo y sabes que Te amo. Ayúdame a tener siempre en cuenta mi limitación humana y mi debilidad. Dame un espíritu sincero y generoso de aceptación de mi dolor y enfermedad. Que tu gracia me ayude a no encerrarme en mi mismo. Dame luz y valor para ver tu mano bondadosa que va trabajando en mi a través de mi enfermedad, aún sin darme yo cuenta de ello. Cuando esté triste y deprimido, nunca permitas que falle mi confianza en Tí y en tu gracia poderosa. Enséñame a ser abierto, para apreciar los esfuerzos de los doctores, de las enfermeras y de todos los que cuidan mi salud. A veces tengo dolores, muchos dolores, sufro mucho y me parece que no saben comprenderme, que nunca voy a salir de mis males, y la desesperación quiere apoderarse de mi espíritu. Dame fe y fuerza para levantar mis ojos hacia Tí, mi ayuda y mi salvación. Te pido sigas bendiciendo este día, cuidándome con tu mirada de Padre e iluminando a todos aquellos que hoy me visitan. ¡Gracias, Señor! Amén.
Señor Jesús, Te agradezco por el don de la vida. Tú conoces las personas y las circunstancias que me han formado ya sea física como emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora. Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, por mi fallos contra mi mismo y los demás. Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna manera y me han herido. Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a ser plenamente la persona que Tu quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo que Tu quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para prepara mi vida contigo en el Cielo. Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado confundido). Te pido que aceptes cada respiro como un acto de amor y de confianza en Ti. Tu eres mi Salvador. Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás. Te amo, mi Señor, quisiera amarte con todo mi corazón. Amén.
Santo Padre Pío, ya que durante tu vida terrena mostraste un gran amor por los enfermos y afligidos, escucha nuestros ruegos e intercede ante nuestro Padre Misericordioso por los que sufren. Asiste desde el cielo a todos los enfermos del mundo; sostiene a quienes han perdido toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o medicarse por falta de recursos materiales o ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque deben trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa; acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a quienes pasan una "noche oscura" y desesperan; toca los miembros y músculos que han perdido movilidad; ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran; calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; concede paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve la paz y la alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los padecimientos de los más débiles y ancianos; vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento; guía a los moribundos al gozo eterno; conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios; bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor, los consuelan en su angustia y los protegen con caridad. Amén
Oh Virgen María, Salud de los enfermos, que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo, participando íntimamente de sus dolores, acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él, para que las semillas esparcidas durante el Jubileo sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.
Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti. Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto, plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones, para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo. Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí", seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien más grande.
Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar sean para nosotros y para nuestros seres queridos, prenda de un renovado empuje en la vida cristiana, para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado encontremos la abundancia de la misericordia de Dios y la alegría sin fin del Cielo.
Padre Santo, en el Nombre de Jesucristo y con la intercesión de la Santísima Virgen María, de los santos ángeles, de los santos, de la Madre María de San José te presentamos a los enfermos en el alma, en la mente, en el cuerpo y en el espíritu y te pedimos para todos ellos y también para nosotros que nos sanes. Todo lo pedimos de acuerdo a tu Santa Voluntad Padre Santo, en el Nombre de Jesús, por los meritos de su Divina Infancia, por su Sangre Preciosa, por sus santas llagas, por su Resurrección que todo sea para tu gloria. Creemos en tu poder y te pedimos, oh buen Jesús que la fuerza del Espíritu Santo sea liberada ahora y que todos seamos curados. En el Nombre de Jesús y con la intercesión de María, Rosa Mística, de los santos ángeles, de los santos y benditas animas del purgatorio, te pedimos Padre Santo que nos sanes de toda herida profunda en nuestros corazones, de todo resentimiento y rechazo, de toda carencia de amor, de depresión y de soledad, sánanos de toda carencia afectiva. Sánanos de toda frustración, fracaso, complejo y trauma, de odios, de divisiones, de envidia, de hipocresía, de ira, rabia, (especialmente de...). Llena Señor en nosotros cualquier vacío que pudiera existir con tu presencia santa y danos tu llenura. Danos tu libertad y tu amor. Danos tu paz. En el Nombre de Jesús y con la intercesión de nuestra Madre Celestial María, Madre de la Iglesia, de los santos ángeles y santos del cielo, te pedimos Padre Santo que nos sanes de cualquier vicio que pudiéramos tener (especialmente de...), sánanos de todo miedo, temor, nerviosismo, angustia, ansiedad, e inseguridad, del orgullo y de toda soberbia. Sánanos de depresión, psicosis, obsesiones, de toda inestabilidad emocional y mental, decepción, desengaño, amargura, de rebeldía, de toda idolatría y superstición, de toda enfermedad mental, y de cualquier falta de perdón. En el Nombre de Jesús y con la intercesión de la Santísima Virgen María, de los santos ángeles, de los santos y benditas animas del purgatorio, Padre Santo te pedimos que nos liberes de toda atadura genética de cosa proveniente de nuestros antepasados. En el nombre de Jesucristo te pedimos que cortes Padre Santo en este momento cualquier atadura de pecado transmitida por nuestros antepasados, así como cualquier maldición heredada. En el Nombre de Jesús y con la intercesión de la Sma. Virgen María, de los santos ángeles, de los santos y benditas animas del purgatorio, te pedimos Padre Santo que nos sanes físicamente de toda enfermedad conocida o desconocida, de toda enfermedad curable o incurable. Sánanos especialmente de cáncer, de toda enfermedad glandular, de obesidad, anorexia, asma, artritis, artrosis, hígado, páncreas, vesícula, vaso, enfermedades circulatorias, de la sangre, de la presión arterial, de enfermedades en la piel, de alergias, de enfermedades respiratorias, de enfermedades estomacales, de nervios, de ansiedad, de stress, de anemia, de sida, (especialmente de...). Gracias Padre Santo por escuchar nuestras plegarias, sabemos que tu estas actuando con tu poder y que todo lo puedes. Señor en ti confiamos y en ti esperamos. Te damos gracias por todo lo que has hecho, por lo que estas haciendo y por lo que seguirás haciendo en nuestras vidas. Amén.
Señor Jesús, tú eres nuestra paz, mira nuestra patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad. Consuela el dolor de quienes sufren, da acierto a las decisiones de quienes gobiernan. Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Dales el don de la conversión. Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades. Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y de paz, para que en Ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Te lo pedimos por nuestro señor Jesucristo quien vive y reina por los siglos de los siglos, Amén.
Padre Dios, te doy gracias por la vida, por el amor, por la familia, por el trabajo y por todas las bendiciones que hoy me has regalado. De manera especial quiero pedirte que me des paz en el corazón para saber responder a cada una de las adversidades que enfrento. Dame, también, inteligencia y fortaleza para saber vencer esas adversidades de la mejor manera y con la mayor sabiduría posible. Estoy seguro que puedo vencerlo todo en tu nombre por eso ahora te entrego mi corazón y te suplico que lo llenes de ti. También te pido que me cuides y protejas de todos esos que buscan dañarme con sus palabras, sus mentiras, su envidia, sus acciones perversas. Sé tú quien me defienda de ellos y quien les hagas entender cual es el camino del bien. Bendice a todos los que amo y que ahora necesitan de ti. Gracias por tu amor y por este momento en el que siento me escuchas y me ayudas. Te lo pido en el nombre de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Bendíceme, Niño Jesús y ruega por mi sin cesar. Aleja de mí, hoy y siempre el pecado. Si tropiezo, tiende tu mano hacia mi. Si cien veces caigo, cien veces levántame. Si me dejas Niño, ¿que será de mi? En los peligros del mundo asísteme. Quiero vivir y morir bajo tu manto. Quiero que mi vida te haga sonreír. Mírame con compasión, no me dejes Jesús mio. Y, al final, sal a recibirme y llévame junto a Ti. Tu bendición me acompañe hoy y siempre. Amén. Aleluya. Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Reconozco y confieso con ardiente fe el maravilloso privilegio de tu Inmaculada Concepción. Elevo mi plegaria de acción de gracias por lo que tan maravilloso don significa para toda la humanidad, como efecto adelantado de la reconciliación, y en lo que a mí en particular respecta, al haber iluminado tanto mi humano peregrinar. Te ruego, Madre amada que me permitas unir mi voz a la de todos aquellos que en el mundo y a lo largo de la historia te proclaman con sobria y alegre firmeza: ¡Bienaventurada! Amén.
Brillante Luna de la nueva evangelización, que con tu fulgor iluminas la noche por la que tantos deambulan sin rumbo en el mundo de la «cultura de muerte», alumbra todo humano caminar con la luz del Señor Jesús que sin igual sabes reflejar. Amén.
Hay tanto que hacer y cada quien tiene su propia tarea en la gesta de nuestro tiempo. Madre Santísima, intercede para que yo reciba la fuerza y el aliciente para cooperar con la gran tarea de cambiar este mundo nuestro poniendo mi grano de arena, que bien podría hacer la diferencia. Amén.
Depresión. Esta fase se acompaña del sentimiento de soledad por la perdida y ruptura de relaciones. Aparecen sentimientos de inseguridad ante la necesidad de volver a reorganizar la vida. Esta es una de las fases mas criticas, pues se rehuye a la compañía y aquellos que quieren acompañar se sienten confundidos pues no saben que hacer para ayudar efectivamente. Si esta etapa no se afronta adecuadamente puede conducir a problemas físicos. El temor. Quien esta angustiado afronta dificultades para concentrarse y a pesar, haciéndose temeroso, la vida parece haberle hecho pedazos, tanto en el interior como en el exterior. Lo que genera incertidumbre. ¿Estas en estado de depresión? ¡No estas solo! ¡Dios Esta contigo!
¡Dios Nuestro! Aquí estamos delante de ti, con un dolor que solo tu puedes comprender, nunca pensamos llegar a este momento tan duro de no volver a ver a quien amábamos tanto, pero aquí estamos, ya no podemos cambiar la realidad. Ahora que nuestro mundo se hace mas oscuro, invocamos tu presencia y tu luz y tu calor sobre cada uno de los que esta sufriendo. ¡Por favor! se tu nuestra compañía y nuestro consuelo, y permitenos ser los unos de los otros, amor y apoyo. guardamos la esperanza que un día nos reunirás nuevamente a todos en tu presencia, por eso abrimos nuestro corazón para decirte, que nos llenes de ese amor, de ese amor que nos llena de gracia y de ternura, y nos de la fortaleza para seguir adelante. Gracias porque hoy empezaremos a conocer la razón por la que tu dices: que tu eres el padre del huérfano, el esposo de la viuda y el hermano fiel. Este es un mensaje para todas aquellas personas que han perdido un ser querido.
¡Oh Salvador mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad! No piense yo más que en Vos. Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama cualquiera otra cosa, ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero amor. ¡ Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor, amor exento de penas y seguido de infinidad de placeres; amor tan puro y tan sincero que subsiste en todos los siglos; amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar! ¡ Jesús, mi adorable Salvador, cuyas bondades, cuyas dulzuras son incomparables, caridad tan perfecta como que sois nada menos que mi Dios! Véame yo abrasado en vuestras divinas llamas, de suerte que no sienta ya más que aquellos torrentes de dulzuras, de placeres, de delicias y de alegría, pero de una alegría enteramente justa, enteramente casta, pura, santa y seguida de aquella perfecta paz que solamente en Vos se encuentra. Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor, ¡oh Dios mío!, con todo el afecto de mi corazón y de mi alma. No quiero, bien mío, no quiero en lo sucesivo más amor que el vuestro. Amén.
Apareciste en los llanos de esta tierra, como aurora de la redención, y el indio le abriste el camino de la vida, la esperanza de la salvación, eres madre de una patria que hoy espera, que confía en tu protección, de tu mano caminamos en la paz y la alegría, Madre mía, esta es tu canción. Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela, tu eres el alba que anuncia la luz de un nuevo sol, Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela, nos consagramos oh Madre a tu corazón. Tu nos brindas ternura en la mirada, nos alumbras con los rayos de tu luz, en tus labios la sonrisa de una madre que nos ama, y en los brazos tu hijo Jesús, como ayer hoy nos guías el camino, nos ayudas con tu bendición a vivir en la paz y a trabajar siempre unidos, y a ser una gran nación.
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tu, quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén.
Señor Jesús,
en tu nombre y con
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o
acontecimientos a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.
Con el Poder
de la Sangre de Jesús
sellamos toda potestad destructora en
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra, en las fuerzas destructoras
de la naturaleza, en los abismos del infierno,
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno.
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel,
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.
Con el Poder
de la Sangre de Jesús
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan
(nombrar a cada una de ellas),
las personas que el Señor enviará a ella,
así como los alimentos y los bienes que
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas,
objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos
a estar este día, y las personas, empresas
o instituciones con quienes vamos a tratar
(nombrar a cada una de ellas).
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual,
los negocios de toda nuestra familia,
y los vehículos, las carreteras, los aires,
las vías y cualquier medio de transporte
que habremos de utilizar.
Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.
Te
agradecemos Señor por Tu Sangre y
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas
hemos sido salvados y somos preservados
de todo lo malo.
Acompáñame un minuto y demos gracias a Dios por nuestras vidas.
Altísimo Dios de todo lo creado, verdad infalible en quien creo, clemencia infinita en quien espero, bondad inmensa a quien amo sobre todas las cosas y a quien me pesa haber ofendido, te doy gracias por haberme creado, redimido, bautizado, conservado y por todos los beneficios que me has hecho hasta ahora.
Te ofrezco todos los pensamientos, palabras, obras y sufrimientos de este día.
Gracias Padre bueno.
Que Dios ilumine cada uno de tus pasos y que tengas un feliz y bendecido día.
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me entrego del todo a Ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra, todo mi ser, ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de bondad!, guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me entrego del todo a Ti y en prueba de mi afecto, con amor filial te consagro en este día: todo lo que soy, todo lo que tengo. Guarda y protege, y también defiende a este hijo tuyo, que así sea. Amén.
Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti. Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte a pesar del peso de mis pecados. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas, antes bien acógelas benignamente. Amén.
Salve, Reina de los Cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. D- Que con el auxilio de tan dulce intercesora, T- seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén.