Debemos orar en todo momento, la oración nos acerca a Dios y nos permite santificar nuestras vidas.
Es bueno orar en familia, en reuniones de amigos, en la iglesia, pero también es bueno hacerlo en la soledad de nuestros días, en los momentos de descanso, pedir por nuestros familiares, amigos, pedir por nuestros enemigos para que Dios los aparte de nosotros y les conceda paz, pedir por aquellos que no conocemos pero que necesitan salud, tranquilidad.
¡Dios te colme de bendiciones!
Mírame, ¡Oh mi amado y buen Jesús! en tu presencia me postro de rodillas, y con el mayor fervor de mi alma te pido y suplico que imprimas en mi Corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados, y propósito firmísimo de enmendarme, mientras con gran afecto y dolor considero y contemplo en mi alma tus cinco llagas, teniendo ante mis ojos aquello que ya el Profeta David ponía en tus labios acerca de ti: "Han taladrado mis manos y mis pies, y han podido contar todos mis huesos." Amén.
Ven
Espíritu creador (Rezada a diario por el Papa Juan Pablo II)
Ven
Espíritu creador visita las almas de tus fieles, y llena de la divina gracia
los corazones que tu mismo creaste, tu eres nuestro consolador, don de Dios
altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción, Tu derramas sobre nosotros los siete
dones, tu el dedo de la mano de Dios,
tu el prometido del Padre, tu que pones en nuestros labios los tesoros de tu
palabra, enciendo con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones,
y con tu perpetuo auxilio fortalece nuestra débil carne, aleja de nosotros el enemigo, danos pronto
la paz, se tu mismo nuestro guía y puestos bajo tu dirección evitaremos todo lo
nocivo.
Por ti
conozcamos al padre y también al hijo y que en ti espíritu de entrambos (Dios
Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo) creamos en todo el tiempo, Gloria a Dios
Padre y al hijo que resucito y al Espíritu consolador, por los siglos infinitos
Amen.
Derrama señor tu gracia sobre nuestras almas ya que por medio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu hijo, por su pasión y su cruz podamos llegar a la gloria de la resurrección, por Jesucristo nuestro Señor, Amen.
Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos
Dios nuestro.
Día primero
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Fuente viva de divinas aguas que, en la creación del mundo,
santificasteis las inmensas que rodeaban el mundo y las aguas del Jordán en el
bautismo de Jesucristo, Señor nuestro; yo os suplico que seáis en mi espíritu,
tan árido y seco, la Sagrada fuente de aguas vivas, que jamás se agote y salte
hasta la vida eterna; y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor
gloria vuestra y bien de mi alma. Amén. Rezar tres veces el Padre
nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD, y terminar con
la oraciones finales para todos los días.
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Día segundo
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Que haciendo sombra con vuestra virtud altísima a la purísima Virgen
María, y llenándola al mismo tiempo de gracia, obrasteis de un modo inefable y
omnipotente la obra infinita de la Encarnación del Verbo eterno, en el seno
virginal de vuestra celestial Esposa: haced sombra a mi alma y concededme la
gracia necesaria para que yo sea digno de recibir al mismo Verbo divino hecho
hombre y sacramentado por mi amor, y también la especial que os pido en esta
Novena, si es para mayor gloria vuestra, y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días.
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Día tercero
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Celestial paloma que, abriendo de par en par los cielos, bajasteis sobre
Jesús ya bautizado en el Jordán, simbolizando: que desde el momento en que tomó
la naturaleza humana, habitaba en él la plenitud de la Divinidad; bajad sobre
la mía pobre y miserable y llenadla del don de sabiduría de consejo, de
entendimiento y fortaleza, de ciencia, piedad y temor de Dios;
y dame la gracia que pido en esta Novena, si es para mayor gloria
vuestra y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días.
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Día cuarto
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Nube lúcida que haciendo en el Tabor sombra a Jesús transfigurado y
glorioso, ilustrasteis aquel Santo monte, y amparasteis en su excesivo temor a
los Apóstoles, comunicándoles después de la Ascensión de su Divino Maestro
mucha luz, fervor y gracia; ilustrad, proteged y fecundad mi alma para que yo
sea digno discípulo de Jesús, y dame la gracia que os pido en
esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días.
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Día quinto
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Suave viento que llenó el Cenáculo y dio fuerza y valor a los corazones
de cuantos os esperaban, orando fervorosamente unidos con una alma y un
corazón: ocupad ¡oh Espíritu de vida y amor! toda la casa de mi pequeño
espíritu, mí memoria, entendimiento y voluntad: y dame la gracia que
os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma.
Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días.
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Día sexto
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
Oh Espíritu
Santo! Luz clarísima que ilustró el entendimiento de los santos Apóstoles,
comunicándoles, como Sol divino, toda la luz que necesitaban para su perfección
y para la conversión del mundo: llenad ¡oh luz beatísima! todos los senos
tenebrosos de mi interior, para que os conozca y dé a conocer a todo el mundo;
y la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien
de mi alma. Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días.
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Día séptimo
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Sagrado fuego que apareciendo visible sobre los Apóstoles el día de
Pentecostés, inflamasteis divinamente sus corazones para que, abrasados en
vuestro amor, encendiesen después a todo el mundo en las mismas sagradas llamas:
encended en vuestros santísimos ardores mi corazón helado, para que, abrasado
mi espíritu en ellos, encienda en vuestro divino amor a cuantos tratare;
y dame la gracia que os pido en esta Novena, si es para
mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días
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Día octavo
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Llama ardiente de caridad que con el fuego de vuestro amor inflamando el
corazón de los santos Apóstoles y de todos los hombres Apostólicos, les
comunicasteis el don de lenguas para la conversión del mundo; inflamad sagrado
fuego de amor a mi corazón y mi lengua para que siempre hable gobernado por
vuestro Espíritu, y fervoroso en la caridad, inflame a todos para que observen
fielmente vuestros divinos mandamientos; y dame la gracia que pido en
esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres
veces el Padre nuestro y el Ave María en honor de la Santísima TRINIDAD,
y terminar con la oraciones finales para todos los días.
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Día Noveno
Comenzar con
la oraciones preparatorias para todos los días.
¡Oh Espíritu
Santo! Caridad esencial que, difundida en los corazones humanos, los divinizáis
comunicándoles todas las divinas gracias que se incluyen en nuestros siete
dones, y comprenden cuanto necesita la vida espiritual, propia de cada uno, y
la que deseáis se comunique a todos los hombres: difundidlos, ¡oh Caridad
santísima! en mi corazón tan pobre de vuestros siete dones, y que con ellos
publique vuestras grandezas. ¡Oh Dios misericordioso! Vos, que antiguamente
llenasteis en este dichoso día los pechos apostólicos de vuestra gracia, llenad
los nuestros de vuestros divinos carismas, concedednos tranquilos tiempos,
confirmad las gracias que os hemos pedido en esta Novena, si son para mayor gloria
vuestra y bien de nuestras almas. Amén.
Después de esta oración, en lugar de la antífona, verso,
respuesta y oración de todos los días, se dirán las siguientes:
ANTÍFONA
PARA EL DÍA NOVENO
Hoy se completaron los días de Pentecostés, aleluya; hoy se reproducen los
felices gozos, cuando el Espíritu Consolador bajó sobre sus Apóstoles, aleluya;
hoy, rayando el resplandor del divino fuego, reposó el Espíritu Santo en forma
de lenguas sobre ellos, aleluya; hoy les hace fecundos en palabras, les inflama
de su amor y les llena de' sus innumerables carismas, aleluya, aleluya.
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ORACIONES
PARA EMPEZAR TODOS LOS DÍAS
¡Dios mío! Dios de amor y de verdad. Autor de la
santificación de nuestras almas, postrado humildemente ante vuestra soberana
Majestad, detesto en la amargura de mi corazón todos mis pecados, como ofensas
hechas a Vos, digno de ser amado sobre todas las cesas. ¡Oh bondad infinita!
¡Quién jamás os hubiera ofendido! Perdonadme, Señor, Dios de gracia y de
misericordia, perdonadme mis continuas infidelidades; el no haber tenido valor
para ejecutar cosa alguna buena, después que tantas veces vuestra misericordia
y gracia me han solicitado, reprendido, amenazado e inspirado amorosamente. Me
pesa, me arrepiento de la ingrata correspondencia e indigna ceguedad con que he
resistido incesantemente a vuestros dulces y divinos llamamientos. Mas propongo
firmemente con vuestro auxilio de no ser ya rebelde a Vos, de seguir en
adelante vuestras tiernas inspiraciones con suma docilidad. A este fin,
alumbrad, oh fuente de luz, mi entendimiento, fortaleced mi voluntad, purificad
mi corazón, arreglad todos mis pensamientos, deseos y afectos, y hacedme digno
de gustar los frutos bienaventurados que vuestros dones producen en las almas
que os poseen. Concededme las gracias que os pido en esta Novena, si han de ser
para mayor gloria vuestra, y para que yo os vea, ame y alabe sin fin en vuestra
gloria. Amén.
INVOCACIÓN
AL ESPÍRITU SANTO
Ven a nuestras almas
¡ Oh Espíritu
SANTO!
y del cielo
envía
de tu luz un
rayo.
Ven, padre de
pobres,
ven, de dones
franco,
ven, de
corazones
lucido reparo.
Ven,
consolador,
dulce y
soberano,
huésped de las
almas,
suave regalo.
En los
contratiempos
descanso al
trabajo,
templanza en lo
ardiente
consuelo en el
llanto.
Santísima luz
de
todo
cristiano,
lo intimo del
pecho,
llena de amor
casto.
En el hombre
nada
se halla sin tu
amparo,
y nada haber
puede
sin Ti, puro y
santo.
Con tus aguas
puras
lava lo
manchado,
riega lo que es
seco
pon lo enfermo
sano.
Al corazón
duro
doblegue tu
mano,
y ablande las
almas
que manchó el
pecado.
Vuelve al buen
camino
al
extraviado,
y al helado
enciende
en tu fuego
santo.
Concede a tus
fieles
en Ti
confiados
de tus altos
dones
sacro
setenario.
Aumento en
virtudes
haz que
merezcamos,
del eterno
gozo
el feliz
descanso.
Amén.
A continuación rezar la oración del día que corresponda:
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ORACIONES
FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
(excepto el último día)
HIMNO AL
ESPÍRITU SANTO
¡Ven, oh
Criador Espíritu!
nuestras almas
visitad,
los pechos, que
Vos criasteis,
llene gracia
celestial.
Pues sois
Paráclito Espíritu,
Don del Padre
celestial,
fuente viva,
sacro fuego,
unción santa,
espiritual.
En tus dones
setiforrnes,
tu promesa
paternal,
dedo eterno de
Dios Padre
nuestras
lenguas inflamad.
Ilustrad
nuestros sentidos,
el corazón
inflamad,
nuestros
cuerpos, que son flacos,
con vuestra
virtud armad.
Apartad los
enemigos,
danos la divina
paz
y siendo Vos
nuestra guía
huyamos toda
maldad.
Amando al Padre
y al Hijo,
en esta vida
mortal
conozcamos, y
creamos
siempre tu
Divinidad.
A Dios PADRE
sea gloria,
al HIJO gloria
inmortal
y al Espíritu
PARÁCLITO
por toda la
Eternidad.
Amén.
ORACIÓN
¡Oh Espíritu Santo! Divinísimo consolador de mi alma, fuego, luz y celestial
ardor de los corazones humanos, si es para gloria de vuestra Majestad que yo
consiga lo que deseo y pido en este día, dignaos concedérmelo
benignamente; y sino dirigid mi petición, dándome las gracias que ha de ser
para vuestra mayor gloria y bien de la salvación de mi alma. Amén.
Ahora cada uno se recogerá interiormente y pedirá la gracia
que más necesite.
Hecha la petición, se concluirá todos los días con antífona, verso, respuesta y
oración siguientes:
ANTÍFONA
No os dejaré huérfanos, aleluya; voy y vengo a vosotros, aleluya; y se alegrará
vuestro corazón, aleluya, aleluya.
V. Enviad, Señor, vuestro Santo Espirito, y serán
creados. R.Y
renovaréis la faz de la tierra.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis instruido los corazones de los fieles con la ilustración
del Espíritu Santo, danos el sentir rectamente con este mismo
Espíritu, y gozar siempre de su consolación. Por Jesucristo Señor nuestro, tu
Hijo, que vive contigo y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
¡Oh Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad, venimos a consagrarnos a Ti con todo lo que somos y tenemos.
Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.
Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que viviéramos una vida íntegramente cristiana.
Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.
Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los siglos.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo su Único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo:
Nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y esta sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
-Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. Amén.
Oración:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nuestras almas, ya que por medio del ángel hemos conocido la Encarnación de tu Hijo, por su Pasión y su Cruz podamos llegar a la Gloria de la Resurrección.
Espíritu Santo, Tu que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que yo alcance mi ideal. Tu que me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen y que en todos los instantes de mi vida estas conmigo. Quiero en este corto diálogo agradecerte por todo y confirmar que nunca quiero separarme de Ti, por mayor que sea la ilusión material. Deseo estar contigo y todos mis seres queridos en la gloria perpetua. Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Gracias Dios mio.
Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo, Inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar,lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y mi propia Santificación. Espíritu Santo, Dame agudeza para entender,capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar,gracia y eficacia para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar. Amén.
Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente. Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente. Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas. Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas. Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.
Ofrecimiento de Obras: Divino Corazón de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de María Santísima, te ofrezco las oraciones, obras y sufrimientos de este día para reparar las ofensas que se te hacen y por todas las intenciones por las que tu te inmolas continuamente en el altar. Te las ofrezco, en especial, por las intenciones recomendadas al apostolado de la oración en este mes.
Aunque sea brevemente, que tu primer pensamiento del día sea para Dios, nuestro Padre. Puedes hacer una oración con tus propias palabras, o también servirte de alguna fórmula como éstas: Señor, Dios Omnipotente, que nos has hecho llegar al comienzo del día: Fortalécenos hoy con tu poder, para que no caigamos en pecado alguno, sino que todos nuestros pensamientos, palabras y obras sean conformes con tu voluntad. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Respuesta:¿Por qué orar? ¿Para qué orar, si Dios ya tiene el perfecto control sobre todas las cosas? ¿Por qué orar, cuando Dios ya sabe lo que le pediremos antes de hacerlo? (1) La oración es una forma de servir a Dios (Lucas 2:36-38). Oramos porque Dios nos manda que lo hagamos (Filipenses 4:6-7). (2) El orar es un ejemplo dado a nosotros por Cristo y la iglesia primitiva (Marcos 1:35;Hechos 1:14;2:42;3:1;4:23-31;6:4;13:1-3). (3) Dios decidió que la oración sea el medio para obtener Su intervención en determinadas situaciones: a) Preparación para decisiones importantes (Lucas 6:12-13). b) Para derrotar la actividad demoníaca en la vida de las personas (Mateo 17:14-21). c) En la reunión de los obreros para la cosecha espiritual (Lucas 10:2). d) Para adquirir fortaleza y vencer ante la tentación (Mateo 26:41). e) El medio para fortalecer a otros espiritualmente (Efesios 6:18-19). (4) Tenemos la promesa de Dios de que nuestras oraciones no son en vano, aún si no recibimos específicamente lo que pedimos (Mateo 6:6;Romanos 8:26-27). (5) Él ha prometido que cuando oremos por cosas que estén de acuerdo a Su voluntad, Él nos las concederá (I Juan 5:14-15). Algunas veces Él retarda sus respuestas, de acuerdo a Su voluntad y para nuestro beneficio. En estas situaciones, debemos ser diligentes y perseverantes en la oración (Mateo 7:7;Lucas 18:1-8) La oración no debe ser vista como el medio por el cual Dios cumple nuestra voluntad en la tierra, sino como el medio para hacer que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra. La sabiduría de Dios excede sin medida a la nuestra. En situaciones en las que no sabemos específicamente cuál sea la voluntad de Dios, la oración es el medio para discernirla. Si Pedro no le hubiera pedido a Jesús que le ordenara salir de la barca y caminar sobre el agua, él se hubiera perdido de esa experiencia (Mateo 14:28-29). Si la mujer sirofenisa cuya hija estaba poseída por un demonio, no le hubiera rogado a Cristo, su hija no había sido sanada (Marcos 7:26-30). Si el hombre ciego que mendigaba en las afueras de Jericó no hubiera llamado a Cristo, nunca habría recobrado la vista (Lucas 18:35-43). Dios ha dicho que muchas veces no obtenemos lo que pedimos, porque no sabemos cómo pedir (Santiago 4:2). En un sentido, la oración es como compartir el Evangelio con la gente. No sabemos quién responderá al mensaje del Evangelio, hasta que lo compartimos. Es lo mismo con la oración; nunca veremos los resultados de la respuesta a la oración hasta que oremos. La falta de oración demuestra falta de fe, y falta de confianza en la Palabra de Dios. Oramos para demostrar nuestra fe en Dios, que Él hará conforme a lo que ha prometido en Su Palabra, y bendecirá nuestras vidas abundantemente, más de lo que pudiéramos esperar (Efesios 3:20). La oración es nuestro principal medio para ver la obra de Dios en la vida de otros. Y siendo el medio por el que nos “conectamos” al poder de Dios, es nuestro medio para defendernos del enemigo y su armada (Satanás y su ejército) ante al cual estamos indefensos para derrotarlo por nosotros mismos. Por eso, que Dios nos encuentre con frecuencia ante Su trono, porque tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo, que puede identificarse con todo por lo que atravesamos (Hebreos 4:15-16). Tenemos Su promesa de que la oración ferviente del hombre justo puede lograr mucho (Santiago 5:16-18). Que el nombre de Dios sea glorificado en nuestras vidas, creyendo en Él tanto como para acudir con frecuencia ante Él en oración.